domingo, 30 de agosto de 2009

Todo lo que no pudo ser



La luz del amanecer irrumpe. Ya comienza a reflejarse sobre la pared aterciopelada del cuarto donde acabamos de hacer el amor. Una cama desecha. Sábanas de satén con el perfume de tu piel en celo. Tu cuerpo yaciendo junto al mío. Y nuestra desnudez. Los primeros rayos penetran intrépidamente entre las ranuras de la persiana americana fusilando por completo aquella oscuridad cómplice y partícipe de una verdadera noche de amor, en la cual yo fui protagonista. Quiero suponer que vos también.
Recorro mansamente con la punta de mi nariz y la yema de mis dedos cada recoveco de tu anatomía. Pura sensibilidad. La textura de tu piel. Las marcas de expresión alrededor de tus ojos. El color de tus labios cuando dormís. La forma de tu ombligo. Los pliegues en los codos. Los delgados, suaves y casi invisibles vellos de tu espalda que forman un camino estrecho hacia el comienzo de tu parte trasera. Apoyo mi cara sobre tu nalga derecha. Más acolchonada que una almohada. Las líneas de las palmas de tu mano. Me detengo a deducir si aportan algún indicio de mi existencia en tu vida. Si aparezco en tu línea del amor. No obtengo respuesta alguna. Que lindo sería que me amaras del modo que yo lo necesito.
Desearía que este momento no finalice jamás. Detendría las agujas del reloj y me congelaría junto a vos. Nada más quiero. Miro la ventana nuevamente. Hay un mundo alocado despertándose allá afuera. Gente. Tráfico. Autos. Los primeros bocinazos. Las ráfagas de viento típicas de mañana otoñal. Y alguna que otra bandada de pájaros que, entre árbol y árbol y con su canto, van concretando su tarea de anunciar la salida del sol y el comienzo de las obligaciones a los más dormilones. Pienso que todo se detiene y carece de importancia si te tengo cerca. Envuelvo tus pies congelados con los míos. Te doy calor mientras dormís. Y respiro el mismo aire que estás respirando. Me siento feliz cuidando de tu sueño. Sin embargo me cuestiono quién cuidaría del mío si me quedo dormido.
Se que de un momento a otro vas a levantarte y tendrás que irte. Seguramente reuniones, compromisos, citas. Hay un día entero que espera por vos. Contemplo tu maldito celular. Jamás falla. Cuando suene la alarma de las siete, te vas a despertar y rápidamente vas a vestirte, lavarte la cara y peinarte. Conozco esa rutina que siempre rompe con la perfecta quietud de un amanecer entre tus brazos. Aquella misma puerta por la que ingresaste ayer con la puesta de la luna, va a ser la misma que abrirás en breve para salir y responder a tus deberes. Tal vez entre tantos quehaceres recuerdes la intensidad de la noche que acaba de concluir y me beses en los labios pidiéndome que pronto se repita. Necesitaría un gesto dulce así. Tal vez si lo hagas. Tal vez se te pase de largo como muchas otras veces.
Me quedo tirado enfundado en el lecho que abrazó nuestro descanso. Mientras te pones la ropa interior te acaricio el cuello esperando un abrazo apasionado que jamás llega. Solo una sonrisa y un guiño de ojos de costado. Ya no se si me conforma tanto esa demostración de afecto. Me volteo hacia el otro lado. Nuevamente frente a la ventana, supongo que el abrazo cálido y romántico llegará con el tiempo quizás. Pero solo llega el momento del adiós. Las estrellas cayendo lejos en el horizonte, mi cuerpo envuelto por el silencio de la música que retumba cada vez que te vas. Los acordes agrios de una melodía que jamás encuentra belleza. Definitivamente no me agrada. Pareciera ser que vos no lográs escucharla tanto como yo. Tampoco te percatás de cómo mis ojos se apagan cada vez que la habitación y la soledad se quedan conmigo entre estas cuatro paredes, evitando llegar a suponer lo solo y vacío que me siento amándote.
Solo me queda aguardar. Comenzar a contar los minutos hasta volver a encontrarte para que hagamos el amor. Mientras vos seguís con la marcha de tus días…ojala en algún rato libre sonrías al recordarme como parte de tu vida. Cuando recuerdes ver mis ojos mirándote fijamente. Cuando tengas la necesidad de escuchar mi voz susurrándote palabras colmadas de dulzura cerca en tus oídos. Cuando necesites agarrarme fuerte de la mano. Cuando quieras llorar y dormir sobre mi pecho. Cuando agobiado de tanto caminar hacia ningún rumbo necesites volver a encontrarte con vos mismo y recurras a mí sin quererlo…
Tal vez si lo hagas. Tal vez se te pase de largo como muchas otras veces…



4 comentarios:

  1. muy lindo tomas... congratulations por lo que escribis, me gusta mucho... te tengo de "amigo en face" pero no nos conocemos, solo una vez te vi..
    abrazo
    marc

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  2. Es increible como uno se puede transportar a una situacion con un par de palabras! Te felicito!! Fer.

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  3. Ojalá los pájaros del amanecer aniden siempre en nuestros días, para no rendirnos frente a amores diletantes, nos despierten sutilmente para recordarnos que el amor es eso que describis, pero con el abrazo compartido del despertar...
    Franco

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  4. Hola TomRox

    Lo que escribiste, nuevamente, me parece excelente. Tenés esas frases geniales que me quedan dando vueltas... por la simplesa y lo complejo que resultan al mismo tiempo: "fusilando por completo aquella oscuridad cómplice" " Los acordes agrios de una melodía que jamás encuentra belleza."

    Ojalá nada se pase de largo como muchas otras veces. Es muy difícil darse cuenta cuando uno tiene que bajarse del tren y detenerse a conocer la estación. Seguimos de largo automáticamente. Lo bueno es que los trenes vuelven a pasar por la misma estación, solo debemos estar atentos.

    Muy bueno "Chamu", ya mismo voy a sacar otro pasaje!

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