domingo, 5 de abril de 2020

Amor excelso





Ellos creían en Dios,  tanto tanto que lo concebían todo como parte de un plan divino: el desayuno de la mañana, las tormentas climáticas, el bullicio entrante desde las fábricas del centro, la frecuencia de la radio saliendo enigmáticamente desde un parlante. Nada librado al azar, todo obra grandiosa del Señor.

Se habían conocido cuando jóvenes, en uno de esos veranos en los que el sol derretía el asfalto. Temporadas estivales de carnavales y pomos, sangre crujiente, estrellas colgantes y helados de fruta en palito. Salieron de la iglesia y una mirada bastó. Jamás pudieron desunirse. Amor excelso. Se juraron incondicionalidad eterna y compañía absoluta, y a decir verdad lo habían cumplido al pie de la letra.


Dicen que el paso del tiempo erosiona. Inesperadamente, cuando repantigados en nuestra comodidad creemos tenerlo todo, ahí mismo se produce el cimbronazo. Y esa unidad entre ambos quedó en jaque varios años después. Jaque mate.


Sin motivo alguno ella había desaparecido. En ese instante en que las campanas de la parroquia replicaban en el viento otoñal, solo quedaron las huellas errantes de sus zapatos perdidas en el sendero embarrado. Hacia el horizonte, hacia la nada misma, aunque lejos de esa vida de inequidad  e ingratitud de la que sendas partes habían sido cómplices. Hay decisiones que si uno no termina tomando a tiempo pueden causar severos daños a futuro.


"A veces dar de mas puede ser inadecuado" rezaba el papel colgado en la puerta. Lo tomó y al intentar interpretarlo las palabras se derretían entre las lineas de sus manos. Buscó algún otro mensaje, algún indicio que paliara tanta zozobra. Recorrió la casa entera, en cada recoveco,  debajo de la escalera, las cajoneras llenas de joyas, entre los jarrones de la antesala. Pero nada.


Sintió por primera vez lo abrumador que podía ser un hogar vacío y logró reconocer la voz amenazante del silencio. Se preguntó donde buscarla, hacia qué punto cardinal se dirigía la cadencia de su caminar. Si en el discurrir de ese andar por un momento, tan solo por un instante se lograra replantear la posibilidad de volver, si habría un ápice de querer reconsiderarlo. Sin embargo la noche traía más noche...




Noches sin luna agazapado al pie de la cama sin comprender el porqué. Si acaso era el único responsable de un vínculo vacuo que no había podido ver. Apretaba con fuerza la almohada hacia su pecho sin poder derramar una lágrima pero percatándose del temblor en sus piernas trémulas y del incesante ir y venir de su pulso cardíaco. Sabía que no resistiría ante semejante orfandad.




Alguien tocó la puerta sutilmente. Bajó con sigilo, pasó por el cuarto de baño y quedó parado frente al reloj colgante. Refregándose los ojos intentó comprender quién podría golpear  en semejante horario. Una ciudad abroquelada bajo un manto de estrellas, nadie vagabundeando alrededor de algún farol perdido, y un ominoso grillar desde lo profundo de su jardín. Abrió la manija invitando a que una corriente gélida le recorriera el cuerpo y lo despeinara. Pensó en ella. Pudo ver entre la brisa nocturna su silueta desfigurándose, su pelo entre las ramas danzantes y la blancura de su sonreír titiritando al son de las estrellas. Ahora su olfato se agudizaba y sus fosas se inundaban de fragancia femenina, como si fueran lazos perfumados que al abrazarlo comenzaran a arroparlo. Sintió las manos del viento acariciándolo, llegando a cada rincón de su anatomía. Una sensación de escalofrío le recorría la espalda rozándole los vellos de su cuerpo. Cerró los ojos y se embriagó de nitidez. Todo era tan palmario a su alrededor, como una irrupción de besos impactando sobre su boca dejándolo extasiado de tanto amor. Inmerso en esa experiencia sagrada se dejó llevar...


Así parado, de cara al vecindario quedó. Como estatua inerte atorada al piso sin sangre y sin vida  siguió disfrutando de ese momento. Desde afuera, la nada misma. Un hombre, su quietud externa y su pijama debajo del marco del portón de entrada.  Su sombra alargada sobre el pasto mojado y su profundo respirar de inhalaciones y exhalaciones musicales, en armonía con su celebración interna.

Allí quedó un rato largo, hasta que las campanadas de la iglesia volvieron a replicar.


 Después de todo, esto también debía ser parte de un plan divino...






1 comentario:

  1. Hola Tomás,

    Que lindo leer tus poemas, encontrar un medio de expresión tan sutil como la palabra.

    Que sigas desarrollando ...
    Un abrazo alegre .

    Nani

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