domingo, 5 de agosto de 2012

La luz del mundo







 Otoño de 1866. Su amor se va. Un bosquejo vacío. Cómo hacer para llenarlo si ni siquiera le ha dejado aire para respirar. El acrílico huele a muerte entre esas cuatro paredes. Un cadáver de mujer petrificándose y los llantos de un niño recién nacido que exige vivir…

Mañana su vida debería continuar, pero sin rumbo fijo. Sin lugar donde purgar aquellas penas. Cansado de escuchar el llanto en el silencio. Caduca una nueva historia sin final feliz. Pesa el aire. Gélido e indestructible el metal de las vías vacías que se llevan lejos a un tren que ya no regresaría…

El sol se esconde entre el límite que une la tierra del cielo. Se pregunta cuál será el límite ahora, y si existe algún paraíso que sostenga semejante desdicha. Los escarabajos vuelan en el atardecer de una pintura desolada. Entre sus brazos, su primogénito buscando protección. Y el dibujo de sus ojitos buscando claridad.






Pegado a la cuna un lienzo buscando cobrar vida. Aguardando que la inspiración baje directo al pincel. Los listones cubiertos de polvo. Solo una débil chispa de luz por la ranura de la ventana y la concentración de Holman aprovechando la tranquilidad del bebé mientras duerme.

Su biblia como referente. Una puerta pesada de madera totalmente cerrada, arcos de piedra y ladrillos cubiertos de hiedra, van tomando forma. Comienzan a fluir sus sentimientos religiosos y ese cuadro misteriosamente se empieza a llenar de luz.

Se amalgaman los colores de la paleta y un sinfín de formas van encontrando su rumbo. Más color entre tanta negrura, y más emotividad plasmada en el papel. La espátula y el trapo bailan incansablemente con el objetivo concreto que terminar de delinear lo que tienen en su mente. El aire tiene música y el viento recobra melodía. Ese bastidor tensa una prometedora obra de arte.

Más aguarrás suavizando el óleo en sus tintes básicos. Rojo medio, amarillo y azul de cobalto, verde esmeralda, tierra de siena natural y tierra de siena tostada, blanco de titanio y negro de carbón de huesos. La combinación adecuada para estampar sensaciones tan dispares. Y la brocha yendo y viniendo a lo largo y ancho de aquel pedazo de tela.

El niño despierta. Abre sus ojos ante semejante belleza. La habitación se llenó de perfume. El artista no deja de conmoverse. Solo algunos detalles más para culminar su creación. Unos reflejos dorados al vello de la barba y el matíz de la vela sobre la túnica blanca.

En algún lugar muy profundo de su ser, Holman había sentido una presencia suprema. Previo al sellado con impermeabilizante guardó la lámina detrás del armario de roble francés. Lo atornillo contra la pared.  Jamás la saco de ese lugar. Ese fue su secreto más preciado hasta el día de su muerte.







En 1947 Europa se recuperaba de la Segunda Guerra Mundial, varias casas antiguas de Londres habían sido ocupadas en la clandestinidad por criminales y malhechores que buscaban refugios para esconderse de los soldados. Una vez asentados allí cubrían puertas y ventanas para evitar dar señales de vida.

Un ambiente vacío, sucio y desolado. Pinturas y cuadros dispersos por el suelo. Telas de araña en los altos techos descuidados por la humedad, y un centenar de pomos de colores secos sobre una mesa deteriorada.

Corrieron todo sin hacer ruido. Dieron vuelta aquella vivienda. Desarmaron el armario amurado contra el paredón e hicieron una pequeña fogata para pasar la noche. Y allí, entre tanta polvareda y tufo, yacía erguido y arrinconado ese maravilloso retrato que llamó la atención de aquellos comensales.

Jesús ante un pesado portón de madera. El fuego del ambiente les permitió divisar un mensaje al pie del cuadro. Estaban escritas las siguientes palabras: “He aquí, yo estoy en la puerta y llamo; si alguno oye la voz y abre, entraré y cenaré con él, y él conmigo”. Todos quedaron asombrados ante semejante perfección.

Años después un prestigioso grupo de estudiosos de la Hermandad Prerrafaelita, descubrieron algo que solo el más avistado ojo podía percibir. Algo faltaba en esa pintura: no había picaporte en la puerta. No podía abrirse más que desde el interior. Admirados se quedaron pensando en aquella imagen. El mensaje de Holman Hunt era claramente, el mensaje que Dios tiene para nosotros.

Dios viene a tu casa, sube los peldaños y toca a la puerta. Pero eres tú quien tiene que dejarlo entrar…


Cualquier semejanza con la realidad, es pura coincidencia.







12 comentarios:

  1. Tomy!!!, cuanta verdad y hermosura hay en cada una de tus palabras... Vuelvo a comentarte que no sabía que escribias y que lo haces muy bien!!! :). No apagues NUNCA tu luz, pues ella te empujará a seguir adelante... Abrazo!!!

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  2. Lo escribiste vos? Me encanto!!! Esta escrito con un relato y un lexico que los escritores ya casi no usan y que los amantes de la buena literatura echamos de menos.

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  3. Tomy esto es una ternura realmente me muero de amor y mira q soy lo mas anti amor que existe sos un tierno!

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  4. Maravilloso Tom! Amo leer tus relatos. Me parecen sublimes!
    Te quiero muchísimo Amigo!

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  5. Increible Historia Tom!
    Cada vez escribís mejor!
    Un Abrazo.
    Ale

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  6. Te pasaste . No soy critico literario , pero suena a escritor sentado al lado de la ventana una noche de invierno a orillas de un lago :-) Felicitaciones

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  7. Tomas que bueno es poder ponele palabras a lo que el silencio gesta desde dentro como experiencia de luz de libertad. hay texto bello Ap. 3;20 gracias por este inicio de semana exelente semana Daniel desde la falda @eucratos

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  8. La verdad que me quede sorprendida, te veo de mañana en el programa de Mauro y jamás pensé que podrías escribir algo tan profundo y con tanta sensibilidad. Saludos desde Santa Fe. Elisa (@G4bi_3)

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  9. Me encantó, muy emotivo la verdad...me emociona ver el talento que tenés para escribir. xoxo

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  10. Tomy! te quiero..! me encanta cómo escribís, qué facilidad de palabra que tenés!
    Así es primo.. Jesús es el que llama; y sólo tienen la posibilidad de abrir la puerta de su corazón, aquellos que conocen su voz (nadie le abre la puerta a un extraño!); Jesús mismo dijo: "Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas; y las mías me conocen" (Juan 10:14). También dice que a sus ovejas llama por su nombre.
    Esta comunión personal (cena) que plantea Jesús no se basa en religión de hombres; sólo en amarlo a él y conocerlo mediante su Palabra.. Esto es tener realmente una relación personal con Jesús..
    Te mando un abrazo enorme!! Te quiero!! Gasty

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  11. hola Tomy!!-te veo todas las mañanas en lo de mauro-le das una particularidad distinta al programa desde que vos estás miro el programa antes no me gustaba hasta mauro cambió-muy conmovedor tu blog-como no puedo ingresar a formar parte del grupo -esta es la única manera en que pude hacerlo-que continúen tus exitos-----silvia

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