sábado, 24 de diciembre de 2011
Campanadas en la distancia
lunes, 19 de diciembre de 2011
Demasiado pronto
Se ahora que mis plegarias están en buenas manos. Descanso sintiendo delicadamente el cobijo de tu presencia. Sin miedos. Busco tu figura en la luna. Te hablo sin palabras. Nuestro vínculo es indestructible, y tu recuerdo, imperecedero. Ya no necesitamos del cuerpo para sentirnos. Mientras más abstractos sean nuestros lazos más reales los siento. Entendiendo finalmente que no hay distancia que nos separe. Puedo ver más allá de lo que mis pupilas me muestran. Mirar desde mi ser, burlándonos de lo físico.
Antes que el niño se animara a hablar, antes de que el sol comenzara a iluminar el cielo veraniego, decidiste partir. Te fuiste demasiado rápido. En silencio y haciendo de la muerte algo agraciado. Uniendo diferencias. Hablando el idioma del amor puro y desinteresado. Neutralizando a los fantasmas del temor. Dejando cerradas aquellas cuentas pendientes. Ojalá pueda llegar a tener esa fortaleza cuando el presagio sagrado de Jesús susurre mi nombre a los oídos y respire el aire limpio de las rosas frescas sobre mis sábanas.
Te fuiste por la puerta grande. En el instante que el cielo te lloraba, un coro de ángeles preparaba la alfombra roja para tu llegada. Abandonaste tu envase de mujer inmaculada, para transformarte en el querubín más delicado del edén. Renunciaste a tu belleza física, escogiendo la preciosidad eterna. Volando alto, dejando atrás la suciedad de un mundo que ya formaba parte de tu pasado. Que bien se habrá sentido tocar el arco iris, revolcarte entre las nubes, planear hacia la luz con el guiño de las estrellas.
Antes que este mundo de mentiras termine explotando por completo, decidiste irte. Demasiado pronto. Así debió ser. Con rumbo fijo hacia un amanecer inagotable. Con la seguridad de saber que siempre es sano volver al verdadero hogar. Con la certeza de haber encontrado lo que siempre habías buscado.Con la paz de sentir la calma de un descanso más que merecido, y el perfume de rosas en tus alas...
viernes, 9 de diciembre de 2011
En mis silencios

Mirar hacia adentro. Indagar entre recuerdos y sensaciones flotando entre las vacilaciones de mi ego. Dialogar con los ojos cerrados. Recorrer el camino interior en completa soledad. Tomado de la mano de nadie. Sin rumbo fijo, desorbitado en el universo que yace dentro de mí. Perdido dentro de mí.
Mientras el mundo de afuera continúa su rumbo despiadado e impreciso, el tiempo borra con un dedo todo lo que estuvimos construyendo con el cuerpo entero. Solo quedan imágenes difusas de lo que fuimos alguna vez. Tan endebles como castillo de cartas derribado por una brisa otoñal. Tan imperceptibles como el polvo que se va con el viento hacia el nunca jamás.
Cae el agua para no dejar rastros. Se esfuman las huellas entre el líquido que corre incesantemente sobre la nada. Muerto el pasado, inexistente un futuro, me pregunto dónde estoy parado entonces, dónde estuve, y hacia dónde voy. Si hay luz todo tiene forma y color. El problema es lo que sucede cuando ese brillo se extingue. No hay vida en la oscuridad.
Camino inseguro sin música a mi alrededor. Como barrilete perdido y desorientado en un cielo tempestuoso. Sin una guía, sin cable a tierra. En mis silencios soy mi peor versión. La verdad desnuda. Mi casa revuelta. Nada es realmente mío. Sin poder inferir cuál es le plan que la vida tiene para mi, descubro cuánto me desconozco.
Mis fracasos se amalgaman a mis frustraciones, hacen un todo perfectamente asfixiante. Sin aire no hay vuelo. Sin vuelo no hay vida. Agito en el cajón de mis malos logros a mis desilusiones más fallidas. El ambiente sabe a mutismo, sin encontrar un consuelo que tranquilice mis turbaciones. En mis silencios soy mi peor versión.
Y mis silencios son mi compañía.