
Ya no eres quien solía conocer. Quizás pretendí demasiado de tu amor empalagoso. Que iluso fui. No naciste para amar a nadie. Personaje siniestro de corazón de piedra. Tu piel huele a mentira. Cuantas palabras vacías salen de esa boca que tan bien sabe besar. Alma macabra que se encarga de causar dolor. Tus abrazos engañosos me hacían sentir protección, cuando todo alrededor tuyo era destrucción.
Tal vez esperé demasiado de este vinculo. No supiste hacerme sentir luz. Que tonto fui. Si eres un amante absolutamente oscuro. Te arrastras sobre los adoquines en las noches apagadas sin luna ni estrellas. Entre las sombras de aquellos sentimientos más involucionados. Tu piel sabe a desecho. Y tu mirada, igual a la de un ángel caído y malvado, delata quien eres realmente. Despliega tus alas y huye a tu propio infierno.
Chupaste mi sangre y te alimentaste de mi amor. Vampiro cruel. Ve y busca otro tonto a quien romperle el corazón en mil pedazos. Huye entre las nubes urbanas a aquel territorio sin lágrimas ni llantos, donde solo los espíritus malignos encuentran su comodidad. Donde el ardor del fuego te queme eternamente, y los gritos de auxilio no puedan llegar a ser escuchados por nadie.
Saca tus sucias pertenencias de aquí, y soporta el peso de tu propia cruz sin pretender que te tienda una mano. Tu pelo se entremezcla con el viento otoñal. Retira esa mirada podrida de mi vista. No quiero contagiarme. Tu amor es una fuente de energía negativa que por poco termina acabándome. Toma ese tren hacia el nunca más. Y déjalo caer abruptamente por los peldaños de aquella ilusión que alguna vez supimos construir.
Date la vuelta y márchate sin decir adiós. Vete tú y toda tu sarta de farsas. Pedir perdón es subestimar el significado de un sentimiento tan sensible como ese. No lo sigas arruinando. Y si alguna vez, por casualidad, vuelvo a aparecer entre tus espantosos pensamientos, procura eliminarlos rápidamente y dejarlos volar lejos hasta que se pierdan entre las constelaciones del cielo. Hazlo rápido. Fuera de aquí. Aunque duela, está bien.
Tal vez esperé demasiado de este vinculo. No supiste hacerme sentir luz. Que tonto fui. Si eres un amante absolutamente oscuro. Te arrastras sobre los adoquines en las noches apagadas sin luna ni estrellas. Entre las sombras de aquellos sentimientos más involucionados. Tu piel sabe a desecho. Y tu mirada, igual a la de un ángel caído y malvado, delata quien eres realmente. Despliega tus alas y huye a tu propio infierno.
Chupaste mi sangre y te alimentaste de mi amor. Vampiro cruel. Ve y busca otro tonto a quien romperle el corazón en mil pedazos. Huye entre las nubes urbanas a aquel territorio sin lágrimas ni llantos, donde solo los espíritus malignos encuentran su comodidad. Donde el ardor del fuego te queme eternamente, y los gritos de auxilio no puedan llegar a ser escuchados por nadie.
Saca tus sucias pertenencias de aquí, y soporta el peso de tu propia cruz sin pretender que te tienda una mano. Tu pelo se entremezcla con el viento otoñal. Retira esa mirada podrida de mi vista. No quiero contagiarme. Tu amor es una fuente de energía negativa que por poco termina acabándome. Toma ese tren hacia el nunca más. Y déjalo caer abruptamente por los peldaños de aquella ilusión que alguna vez supimos construir.
Date la vuelta y márchate sin decir adiós. Vete tú y toda tu sarta de farsas. Pedir perdón es subestimar el significado de un sentimiento tan sensible como ese. No lo sigas arruinando. Y si alguna vez, por casualidad, vuelvo a aparecer entre tus espantosos pensamientos, procura eliminarlos rápidamente y dejarlos volar lejos hasta que se pierdan entre las constelaciones del cielo. Hazlo rápido. Fuera de aquí. Aunque duela, está bien.