domingo, 20 de enero de 2013

Angelito lila



Camino con la cabeza gacha contando los pasos que me separan de mi amor. Cada vez la brecha se agudiza más. Presagio un futuro solitario.

La saludo con los ojos apagados. Perdido entre la gente en ese lugar, Me siento entre las flores marchitas. Las hojas comienzan a caer por la llegada de los primeros fríos.  Olor a madera mojada y a pasto húmedo. Y ella enfrente mío. Su rodilla roza la mía. Me quedo mirando la comisura de sus labios rosados y perfectamente diseñados que tantas veces supe mimar. En su rostro yacía la mano de Dios.

Abstraído de la realidad. Nada pasa alrededor. Me cuesta mirarle a los ojos. No conectamos. Como si no estuviéramos allí. Tiempo de silencio, de dar vuelta la página y aceptar lo que acarrea el destino.

¿Dónde ira el amor cuando la fatalidad lo torna inexistente? ¿Habrá alguna manera de que nos sea restituido? En algún lugar debe estar. Si tan solo se abriera una puerta, recorrería los senderos más peligrosos para recuperarlo. Cruzaría los mares en plena tempestad. Pasaría a través del fuego para volver a fusionarnos en uno solo, y así volvamos a ser la esfera perfecta, completa, íntegra.

Por momentos y en un destello de lucidez creo no hablarle a nadie. Tu imagen que se desvanece entre la nada, y el todo. Trato de tocar tu mano. Áspera y fría como una piedra tallada. Hablo continuamente como si estuviera loco. Te ruego que vuelvas a mí. No hay respuesta.

Dejo en tus manos un ramo de violetas, tus favoritas. Ya no huelen como antes. Se decoloran entre tus dedos

Tantos proyectos coartados. Tanto anhelaba para nosotros dos. Obsequiarte un sol cálido y afable cada mañana. Dejarte un beso de luna llena antes de soñar. Bailar bajo las gotas de lluvia, sentir la furia del cielo pegar en nuestros cuerpos.

¿Dónde estas? Por que no replicás. La tarde sabe a mudez. Me siento un estúpido hablándote solo. Angelito lila, solo una contestación. No creo merecer esto.

Un par de tórtolas  se posan sobre tu hombro. Blancas como la paz. Danzan a tu alrededor. No te inmutas siquiera. El amor dentro de ti se va contigo. Y con esa despedida todos mis preciosos sueños internos.

Una ventisca arrastra las violetas lejos de nosotros. También se pierden entre el resto de las flores. En un mundo tan frío, ¿hay algún dejo de esperanza? Respiro muerte.

Te levantás y te vas de mí. Te esfumás entre mis dedos. Tu anillo queda tirado en el piso. Un gesto evocador. Caminás hacia ese viejo Ombú entre la frigidez otoñal con tu vestido pálido, como la nieve. Te despido llorando, Mis lágrimas parecen conmoverte poco. Con cada paso tuyo más se fractura mi ánima. Las nubes gritan tu nombre desesperadamente.

Me quedo tirado y apoyo la cabeza sobre la roca. Labrada perfectamente. Veo tu nombre tallado.  El hedor me marea, distorsiona nuestra última melodía. Sin poder creer aún que nuestra historia tuviera fecha de vencimiento.

Crucifijos a mi alrededor, un lugar lleno de lapidas. Preguntas sin respuestas. Vacíos sin llenar. Paisajes desolados. Y tu cuerpo enterrado hacia el olvido, siendo consumido entre los gusanos y ratas. Tu descanso toma forma de ataúd. Pesadillas de muerte y eternidad.

Solo quedo yo. Entre medio de ese océano de llanto, navegando a la deriva.