Camino con la cabeza gacha
contando los pasos que me separan de mi amor. Cada vez la brecha se agudiza
más. Presagio un futuro solitario.
La saludo con los ojos apagados.
Perdido entre la gente en ese lugar, Me siento entre las flores marchitas. Las
hojas comienzan a caer por la llegada de los primeros fríos. Olor a madera mojada y a pasto húmedo. Y ella
enfrente mío. Su rodilla roza la mía. Me quedo mirando la comisura de sus
labios rosados y perfectamente diseñados que tantas veces supe mimar. En su
rostro yacía la mano de Dios.
Abstraído de la realidad. Nada
pasa alrededor. Me cuesta mirarle a los ojos. No conectamos. Como si no estuviéramos
allí. Tiempo de silencio, de dar vuelta la página y aceptar lo que acarrea el
destino.
¿Dónde ira el amor cuando la
fatalidad lo torna inexistente? ¿Habrá alguna manera de que nos sea restituido?
En algún lugar debe estar. Si tan solo se abriera una puerta, recorrería los
senderos más peligrosos para recuperarlo. Cruzaría los mares en plena
tempestad. Pasaría a través del fuego para volver a fusionarnos en uno solo, y
así volvamos a ser la esfera perfecta, completa, íntegra.
Por momentos y en un destello de
lucidez creo no hablarle a nadie. Tu imagen que se desvanece entre la nada, y
el todo. Trato de tocar tu mano. Áspera y fría como una piedra tallada. Hablo
continuamente como si estuviera loco. Te ruego que vuelvas a mí. No hay
respuesta.
Dejo en tus manos un ramo de
violetas, tus favoritas. Ya no huelen como antes. Se decoloran entre tus dedos
Tantos proyectos coartados. Tanto
anhelaba para nosotros dos. Obsequiarte un sol cálido y afable cada mañana.
Dejarte un beso de luna llena antes de soñar. Bailar bajo las gotas de lluvia,
sentir la furia del cielo pegar en nuestros cuerpos.
¿Dónde estas? Por que no
replicás. La tarde sabe a mudez. Me siento un estúpido hablándote solo.
Angelito lila, solo una contestación. No creo merecer esto.
Un par de tórtolas se posan sobre tu hombro. Blancas como la
paz. Danzan a tu alrededor. No te inmutas siquiera. El amor dentro de ti se va
contigo. Y con esa despedida todos mis preciosos sueños internos.
Una ventisca arrastra las
violetas lejos de nosotros. También se pierden entre el resto de las flores. En
un mundo tan frío, ¿hay algún dejo de esperanza? Respiro muerte.
Te levantás y te vas de mí. Te
esfumás entre mis dedos. Tu anillo queda tirado en el piso. Un gesto evocador.
Caminás hacia ese viejo Ombú entre la frigidez otoñal con tu vestido pálido,
como la nieve. Te despido llorando, Mis lágrimas parecen conmoverte poco. Con
cada paso tuyo más se fractura mi ánima. Las nubes gritan tu nombre
desesperadamente.
Me quedo tirado y apoyo la cabeza
sobre la roca. Labrada perfectamente. Veo tu nombre tallado. El hedor me marea, distorsiona nuestra última
melodía. Sin poder creer aún que nuestra historia tuviera fecha de vencimiento.
Crucifijos a mi alrededor, un
lugar lleno de lapidas. Preguntas sin respuestas. Vacíos sin llenar. Paisajes
desolados. Y tu cuerpo enterrado hacia el olvido, siendo consumido entre los gusanos
y ratas. Tu descanso toma forma de ataúd. Pesadillas de muerte y eternidad.
Solo quedo yo. Entre medio de ese
océano de llanto, navegando a la deriva.